El pasaje de Caronte y su leyenda.


La creencia de que al poner el palo, se debe dejar como ofrenda a los dioses del mar, una moneda debajo del mismo, aún a riesgo de que se venga abajo en una tormenta, tiene su origen en Caronte.

Caronte o Carón es Hijo de Erebo y la noche. Conducía la sombra de los muertos al otro lado del Esigio y del Aqueronte. No admitía en su barca las almas de los insepultos (no sepultados) o las de los que no habían sido debidamente honradas en sus funerales. De túnica negra con capucha, calavera descarnada de oscura y profunda mirada, con dos cuencas vacías llenas de negrura y silencio.

El terror de los vivos era ir al infierno a su muerte y CARONTE lleva siglos navegando en la laguna Estigia, laguna que comunica con el mundo subterráneo donde impera HADES, con el mundo de la oscuridad, con el seno de la Tierra que contiene a los muertos. Es el dominio del dios mitológico del infierno.


CARONTE pues, cruza las almas por las aguas del olvido de la laguna Estigia y así evita que lleguen a las puertas del averno, infierno, pero para ello exige la entrega de una moneda en pago.

Él navega en una barca de remos sin remos que impulsa con una larga pértiga. En un saco de esparto guarda las monedas que recibe.

Así nació la antigua costumbre de poner monedas en la base de los mástiles, o en las fogonaduras o en la quilla, según el lugar considerado más importante de la nave en cuestión, con lo que se saldaba la contribución a CARONTE de los tripulantes de ese buque, que en caso de naufragio podían perder la vida.

Los muertos debían pagar un óbolo a Caronte por el  viaje, razón por la cual en la Antigua Grecia los cadáveres se enterraban con una moneda en cada ojo.

Aquellos que no podían pagar tenían que vagar cien años por las riberas del Aqueronte, hasta que Caronte accedía a portearlos sin cobrar.

Creo que la vida es cómo  una comida: la disfrutamos (el que la disfruta) hasta que llegan los postres, que es el final. Entonces viene la muerte y Caronte nos examina a ver si tenemos el óbolo del peaje.
Come y bebe, disfruta,
trincha bien ese lechón;
come cabrito con ajo,
apura el vino dulzón;
degusta del buey asado
en las brasas del carbón...
que bien cebado te quiere,
a los postres, te requiere
Caronte, el muy cabrón.





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